ESQUEMA SOBRE LOS MODELOS EDUCATIVOS DE LOS PADRES
El verdadero objeto de la educación, como el de cualquier otra disciplina moral, es engendrar la felicidad. Todo cuanto proyectamos y hacemos a lo largo de nuestra vida debería contribuir a enseñarnos a vivir y a ser felices en lo posible. Nada es más importante que la propia existencia vivida de forma plena. Ese y no otro es el objetivo de la educación familiar: enseñar a vivir.
Entendemos por familia la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia. Donde una de sus finalidades es promover el desarrollo óptimo de los hijos, teniendo en cuenta que éstos son organismos en desarrollo con necesidades cambiantes.
Según este objetivo se supone que la familia debe realizar las funciones de:
· Educativa
· Socializadora
· Mantenimiento/Económica
· Apoyo
· Protectora
· Biológica
· Ética/Espiritual/Valores
Educar en familia es la actividad educativa que los padres realizan con sus hijos y es:
1. Tratar a cada hijo como persona distinta y muy valiosa, única, independiente y libre y con mucho amor.
2 Actuar siempre desde la madurez, desde la coherencia interna, desde la propia verdad y la realidad de lo que somos, sin fingimientos, ofreciendo lo mejor de nosotros mismos, sin alardes y sin importamos que aparezcan ante los hijos nuestros defectos y debilidades.
3. Estar atentos y solícitos para reforzar y potenciar cuanto de valioso y positivo observemos en los hijos, aunque conviene evitar por todo y a cada momento, dando la sensación de que les estamos observando y juzgando constantemente.
4. Descartar por completo las «etiquetas» y frases destructivos que minan su autoestima como: «me avergüenzo de ti eres un desastre», «no serás nada en la vida», «cada día vas peor»...
5. Enseñar a los hijos a pensar por sí mismos y a guiarse por lo que es razonable y conveniente para su bien físico, moral y espiritual. Hay que educarles en libertad y para la libertad interior de acción.
6. Ayudarles a que aprendan a aceptar las consecuencias de sus decisiones y de sus actos ya que para madurar y crecer moralmente es necesario asumir con entereza la responsabilidad de lo que decimos y hacemos.
7. Alentar la curiosidad y el interés por todo, potenciar su creatividad y deseos de saber más.
8. Asumir los padres la parte de error que les corresponda en la mala educación y ejemplo que se da a los hijos y poner remedio cuanto antes, en lugar de pasarse la culpa entre marido y mujer de la malacrianza de los hijos.
9. Descubrir con los hijos el gozo de amar; manifestarles con palabras cariñosas y con obras que les queremos y que nos queremos y enseñarles a amar a los demás, a ser generosos y a compartir y ser, solidarios. Recordar que el amor que damos a nuestros hijos es el amor que aprenderán a darse a sí mismos y a los demás.
10. Ser ejemplo permanente de autenticidad, sinceridad, alegría, equidad, fidelidad, generosidad, fortaleza, sencillez, confianza, coherencia y amor, que son valores humanos que configuran a un verdadero hogar familiar. No olvidar que los ejemplos arrastran.
11. Estar de acuerdo entre los esposos en unas normas claras y, precisas, perfectamente conocidas por los hijos y a las que todos deben atenerse sin concesiones.
12. Sembrar esperanza en la mente y en el corazón de los hijos y creerlos: capaces, nobles, bondadosos, notables, creativos y felices, y enseñarlos a vivir con plenitud un presente de di cha, felicidad y paz; sin almendrarse ante los problemas y dificultades que hay que convertir en experiencia provechosa.
En este procedo de educación familiar es fundamental la comunicación. Esta es el medio o la herramienta que solo pueden utilizar los seres humanos por medio de signos orales y escritos que poseen un significado. En un sentido más amplio, se entiende por lenguaje cualquier procedimiento que sirva para comunicarse.
La comunicación nos sirve para establecer contacto con las personas, para dar o recibir información, para expresar o comprender lo que pensamos, para transmitir nuestros sentimientos, pensamientos, ideas, experiencias, y nos vinculamos con el afecto. Cuando existe la comunicación en una familia, seguramente se puede afirmar que existe un ambiente de unión y afecto en la casa y habrá, sobre todo, respeto mutuo y unos valores más asentados.
Pero entre los enemigos de la comunicación podemos encontrar:
- Generalizaciones: ("Siempre estás pegando a tu hermana","nunca obedeces"). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
- Juzgar los mensajes que se recibe: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: "Parece que hoy llegas más tarde". El padre replica: "¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes? ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
- No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
- Discutir sobre la versión de algo que sucedió hace ya tiempo. Poner etiquetas
- Tener objetivos contradictorios.
- El lugar y el momento que elegimos.
- Hacer preguntas llenas de reproches.
- Abusar de los: "Tú deberías", "Yo debería hacer"; en vez de los: "Qué te parece si...", "Quizás te convenga", "Yo quiero hacer", "Me conviene", "He decidido".
- Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.
Las claves para resolver la mayoría de las dificultades que los padres tienen con sus hijos consisten en establecer unas normas, marcar las consecuencias que se derivan de la ruptura de esas normas y utilizar una disciplina coherente.
Las normas efectivas contribuyen a que el niño se sienta seguro, de modo que no tenga que comportarse mal.
Un conjunto de normas define cuales son las relaciones entre los miembros de la familia, ofrece pautas para tomar decisiones y proporciona ideas sobre cómo deben producirse los cambios dentro de la familia. El procedimiento de establecer normas y límites para los niños no es inamovible pues deben irse ajustando a las circunstancias cambiantes como el crecimiento físico, la maduración intelectual y afectiva y las nuevas condiciones de la vida familiar. Si en la familia no se produce un proceso semejante, El caos resultará inevitable. Todos sus miembros sentirán inseguridad y ansiedad cuando existan falta de entendimiento y confusión en cuanto al papel que cada uno debe jugar para tener un comportamiento adecuado.
Los pasos a seguir para establecer normas son:
· Observar cuidadosamente a los hijos
· Analizar las situaciones problemáticas
· Establecer las normas
· Ser coherentes al aplicarlas
PRINCIPALES MODELOS/ Y O ESTILOS EDUCATIVOS DE LOS PADRES HACIA LOS HIJOS.
El padre militar | Quiere tener bajo control todas las situaciones y, para conseguirlo, se apoya en los conceptos de obediencia y de dominios de si. Las intervenciones son numerosas y a cada paso; los gritos, le da ordenes y las amenazas son frecuentes. Este padre, si llega el caso, recurrente al miedo para alcanzar sus fines, siempre asigna a alguien el papel de malo o perpetúa mitos como el del héroe incansable. La adaptación del niño a este estilo disciplinar depende de su temperamento. El niño que tiene un carácter dócil se integra bien en este sistema. El niño con personalidad fuerte es, por el contrario, rebelde antes las múltiples coacciones. Su comportamiento contraria continuamente al padre y le obliga con esto a endurecer más su postura. |
El padre protector | Ciertamente, es una actitud normal, pero a estos padres una preocupación desmedida lo lleva a proteger en demasía a su hijo, a consentirlo o a infantilizarlos. El niño vive confusamente los miedos de sus padres protector, aunque este no los manifieste abiertamente. El mundo exterior le puede parecer amenazador e inhóspito. Aunque también puede darse que al crecer descubra a sus padres desde otro ángulo y pueda reaccionar buscando zafarse de su actitud sofocante, aprovecharse de la situación y manipular a su padre como una marioneta con el chantaje afectivo |
El padre aleccionador | Es un intermedio. Da preferencia al vínculo afectivo, apoya al hijo en sus experiencias y descubrimientos, respeta sus percepciones personales y muestra sensibilidad respecto de los sentimientos del niño. Al mismo tiempo fija unos límites dentro de los cuales el hijo puede actuar libremente. Inculca en el hijo unas reglas elementales que son necesarias para vivir en armonía dentro de la sociedad y le enseña que esas reglas, aunque comportan ventajas por una parte, por otra entrañan también obligaciones. Con mucha frecuencia los niños aprenden que tienen derechos y dejan de aprender que tienen también deberes. Los hijos en la mayoría de las veces son tranquilos y equilibrados. Pierden poco tiempo en protestar o averiguar las reglas del juego, porque están dictadas con claridad y son conocidas, y porque respetan su evolución dándoles progresivamente más iniciativas. |
El padre amigote | El padre de tipo permisivo basa su acción en el principio de la libertad y teme que la más mínima prohibición suya le haga perder a él el amor de su hijo o moleste a éste. Luego se culpabiliza con facilidad. Al niño lo ve como un adulto en miniatura y lo trata como tal. No se le impone al niño ningún límite, todo es negociable. En el extremo, el niño es tratado como un pequeño rey al que hay que complacer a cualquier precio. Al ser las normas imprecisas y cambiantes, los pequeños presentan a menudo un comportamiento desorganizado y manipulador. A pesar de la libertad que disfrutan, los chicos educados con este método son con frecuencia poco responsables e insensibles. Como contrapartida, hay especialistas que defienden que este estilo disciplinar fomenta el desarrollo de la creatividad, la espontaneidad y el espíritu de independencia del hijo. |
El padre desalentado | Algunos padres, ante las dificultades con que tropiezan en su función paterna, terminan por desanimarse y abandonar la partida. El padre reduce entonces las relaciones interpersonales con su hijo a lo más estricto, comprando la paz, deplorando no poder “hacer nada” con ese hijo e interviniendo solo raramente, cuando se porta mal; en pocas palabras, desentendiéndose progresivamente. La actitud dubitativa del padre desalentado irrita al niño y lo desestabiliza. Al no ser dirigido en sus comportamientos, se hace maleducado e impertinente. Como no experimenta los límites, termina creyéndose omnipotente. La falta de estructura y supervisión puede también tener como resultado hacer al joven ansioso o deprimido. La soledad creada por esta situación es uno de los factores que hacen que muchos jóvenes se agrupen en esas bandas ociosas que vagan por calles y centros comerciales. |
Ø Todo lo que necesita saber para educar a sus hijos
Bernabé Tierno Jiménez
Editorial Plaza & Janés
Barcelona, 2000
Ø Los problemas de los hijos. Soluciones prácticas
Bernabé Tierno
Edt. San Pablo
Madrid, 2004
Ø Familia y desarrollo humano
Mª José Rodrigo. Jesús Palacios
Alianza Editorial
Madrid, 1998
Ø El arte de ser padre
Miguel Angel Conesa
Ediciones EDAF
Madrid, 2004
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